Si todo marchase bien, no tendríamos de que preocuparnos. Pero todo es como el sol. A veces esta, radiante y lleno de energía, haciendo que nuestro día marche perfecto. Mientras que otras veces, una nube con cualquier intención, lo tapa y hace que todo se derrumbe. Y con el cielo gris, totalmente apagado, nosotros nos apagamos también. Como si solo dependiéramos de una mínima luz para poder ser felices. Y ahí es cuando nada marcha bien, y las cosas se debilitan. Y a veces se llenan de odio y bronca. Se empapan de furia. Furia que tenemos, porque no hay luz, ni luna. No hay sol. Ese sol que hacia que todo marchase bien, para que no tengamos nada de que preocuparnos. Y en fin, vivimos con una preocupación constante.
viernes, 27 de mayo de 2011
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)





No hay comentarios:
Publicar un comentario